México es un país rico en cultura y riquezas naturales, pero también debe ser un lugar en el que los jóvenes emprendedores, logren encontrar oportunidades para alcanzar el éxito en los siguientes años. A nivel global se ha probado que al fomentar el emprendimiento -en particular el de base tecnológica y de alto impacto- se promueve el crecimiento económico a través de un círculo virtuoso de generación de empresas, empleos, riqueza y bienestar.

El beneficio fundamental de esta espiral positiva, radica en el florecimiento de una generación amplia, efectiva e incluyente de emprendedores. Los jóvenes tienen que ser capaces de entender que detrás de las grandes carencias y problemas, hay espléndidas oportunidades, que las nuevas tecnologías abren posibilidades previamente insospechadas, generando productos y servicios de valor, para que millones de personas se integren primero e impulsen después, este gran proceso de transformación.

En México se puede encontrar una gran comunidad de jóvenes con conocimientos y personas dispuestas a invertir. Hay que vincularlos y que participen en los ecosistemas de emprendimiento, para que la investigación y el desarrollo tecnológico resuelvan problemas de nuestra realidad y así, se generen nuevas empresas.

Las grandes empresas deben comprometerse con los nuevos emprendimientos y los emprendedores deben pensar en métodos creativos para colaborar con ellas; hay que buscar formas de interacción para alinear intereses.

Los emprendimientos son inversiones de alto riesgo, pero el beneficio potencial que representan es enorme. Por esta razón se debe fomentar una cultura de riesgo entre las distintas alternativas de financiamiento. Si bien hay todo un conjunto de fuentes de capital de riesgo que está avanzado, aún falta mucho por hacer.

A continuación te presentamos un diagnóstico simple del ecosistema de emprendimiento en México:

Los emprendedores

Lo bueno: Cada día vemos a más emprendedores con mayor experiencia, capaces de identificar problemas más específicos y de adoptar visiones locales y globales.

Lo malo: El término “emprendedor” se ha extendido de tal forma, que ahora cualquier persona que no trabaja en un gran corporativo, se hace llamar emprendedor y espera poder crecer, recibir inversiones y operar como cualquier emprendimiento (freelancers, profesionistas, franquiciaros, proveedores de servicios, etc.)

El reto: Identificar emprendedores con potencial y crear las condiciones (regulatorias, de acceso a capital y de comunidades) para que escalen sus proyectos a nivel local y global.

Los fondos

El reto: Que las firmas de capital de riesgo (Venture capital) se compongan de al menos 50% de fundadores del tipo de emprendimiento al cual desean apoyar. Que los fondos públicos sean un medio y no un fin. Crear fondos sustentables y que generen retornos atractivos para sus inversionistas es sólo la mitad del camino; la meta es que estos fondos logren aportar no sólo capital sino también a expertos que brinden apoyo en temas específicos, como reclutamiento, marketing, gobierno corporativo y desarrollo de producto.

El gobierno

Lo bueno: El desarrollo que ha tenido el gobierno en su rol dentro del emprendimiento ha sido positivo. Parece que el gobierno ahora sí entiende que debe desarrollar estrategias para apoyar a los emprendedores a través de toda un área concentrada en el Inadem.

Lo malo: Los fondos públicos que se proporcionan sólo deben ser utilizados en dos formas:

  • Como creadores: De forma inicial para crear y estimular emprendimientos y generar fondos (con la idea de que sólo sobrevivan los que eventualmente puedan ser sustentables).
  • Como detonadores: Cuando estos inversionistas o emprendedores requieren de un capital específico para crecer exponencialmente.

Desafortunadamente existen emprendedores y fondos que deben su supervivencia a este dinero público y sin él, sus modelos de negocio resultan insostenibles. Esto es porque la mayoría de los emprendimientos no están diseñados para ser escalables y al final se abandonan.

El reto: Revisar la normatividad y los protocolos de asignación de los recursos públicos para acotar el apoyo a crear y detonar proyectos sustentables, sin que por ello, se inhiba la participación de emprendedores con potencial, pero sin capacidad de gestión y desconfianza de los procedimientos para la obtención de fondos públicos.

Las universidades

Lo bueno: Cada día vemos más universidades diseñando estrategias para atender, fomentar y desarrollar emprendedores. Una realidad completamente distinta de la que veíamos hace apenas 3 o 5 años.
Lo malo: Con frecuencia, las universidades se ven a sí mismas como el centro del ecosistema emprendedor y no generan oportunidades hacia afuera.
El reto: Lograr que las universidades se vean a sí mismas como instrumentos amplificadores muy importantes para los emprendedores en etapas tempranas, de tal forma que puedan apoyarlos e impulsarlos sin importar si son o no alumnos.