Si sientes que estás siempre ocupado, estresado, y que no eres capaz de desconectarte del trabajo, pues no eres el único. La adicción al trabajo o “romperse el lomo” sin importar lo que cueste pone en riesgo tu salud, tanto física como mentalmente, y, además, hace que te pierdas reuniones sociales o que dejes de lado las horas de sueño, el ejercicio o tu bienestar. La cultura de ajetreo constante que existe en el trabajo puede derivar en productividad tóxica, definida como la exigencia laboral exagerada a expensas de otros aspectos de la vida.

Esta mentalidad tóxica es difícil de reconocer, ya que el trabajo excesivo suele verse como algo positivo. Por suerte, cuando logras reconocerlo, hay algunos pasos concretos que puedes seguir para apartarte de la productividad tóxica y recuperar tu vida.

Consejos para evitar los problemas de la adicción al trabajo

Debido a que el trabajo remoto se ha vuelto más común, los límites entre la vida laboral y la personal se han desdibujado, y muchas personas que trabajan desde casa sienten que deben demostrar que están trabajando. Por esta razón, puede resultarte más difícil despegarte del trabajo y enfocarte en ti mismo.

La productividad tóxica es una mentalidad que se manifiesta como la necesidad constante de “hacer”. Quizá sientas que no puedes descansar ni tomarte un respiro. Y, cuando te obligan a darte un tiempo, no puedes apagar el cerebro y disfrutarlo, porque estás muy ocupado preocupándote por todo lo demás que “debes” hacer.

Algunos estudios demuestran que puede afectar de manera considerable tu salud mental y el conflicto entre el trabajo y la familia.

El burnout suele ser una consecuencia de esta mentalidad tóxica. El descanso es fundamental para la verdadera productividad, y tu desempeño sufre la falta de él. ¿Puedes producir algo valioso si te “quedas sin batería”? Lo dudo. Llega un momento en el que ya no te queda nada para dar.

La productividad tóxica también puede convertirse en una estrategia evasiva para lidiar con cuestiones personales difíciles. Puede escabullirse de forma inadvertida hasta que una situación incómoda termina convirtiéndose en una crisis con todas las letras. Sin embargo, no tiene por qué ser el caso.

Curarse de la adicción al trabajo es posible. Te mostramos algunas formas de superar la pesada exigencia laboral exagerada.

1. Concéntrate en lo importante (y no sólo en lo urgente)

Resulta sencillo arrastrarse de crisis en crisis y de una tarea urgente a otra. En medio del ajetreo de querer terminar todo, acabamos enfocándonos sólo en las prioridades de los demás y nos olvidamos de las propias. Peor aún: quizá sientas que no hay nada que puedas hacer al respecto.

Para contrarrestarlo, intenta reformular tu lista de pendientes de modo que lo importante no siempre sea igual a lo urgente. Una manera fantástica de separar las tareas y darles prioridad con mayor eficacia es usar la matriz de Eisenhower.

La matriz es simple: en un eje, está la importancia, y, en el otro, la urgencia. Esto deriva en cuatro categorías:

  1. Urgente e importante
  2. Importante, pero no urgente
  3. Urgente, pero no importante
  4. Ni urgente ni importante

Es evidente que el primer cuadrante es la máxima prioridad. Luego, hazte un hueco todos los días para abordar alguna tarea del segundo cuadrante. Deberías evitar el tercero y el cuarto, ya que, de lo contrario, te arriesgarías a que consuma todo tu tiempo y que casi no dé resultados.

Esto garantiza que avances con las tareas que son relevantes para ti, sea en lo profesional o en lo personal.

2. Practica el desapego profesional

Tal vez no hayas oído esta frase. Sin embargo, es de las cosas más poderosas que puedes hacer para librarte de la productividad tóxica e impedir el síndrome de burnout.

El “desapego profesional” se define como la comprensión de que tu función en el trabajo no es el núcleo de tu identidad. La idea es que puedes ser productivo y aplicado sin que toda tu vida y tu autoestima giren en torno al trabajo.

¿Cómo se consigue? Empieza por entender que tú no eres tu trabajo. Tu carrera sólo es una parte más de tu vida. Tus fracasos laborales no reflejan tu valor como persona. La clave es tomar distancia.

3. Aparta momentos en tu día para no hacer nada

Hazte un hueco todos los días (o, de no ser posible, una vez por semana) para desconectarte completamente. Aquí te dejamos algunas ideas:

  • Ve a dar un paseo sin un destino en mente.
  • Medita.
  • Recuéstate en el césped y mira pasar las nubes.
  • Observa aves.

Estas actividades son improductivas a propósito. No hay un motivo ni una meta mayor para que las hagas. Con el tiempo, podrás contrarrestar la necesidad constante de ser “productivo”.

La parte de desenchufarte también es fundamental. Apaga el teléfono. Cierra la tapa de la computadora. Quítate el smartwatch. La ausencia de interrupciones te ayudará a ser más consciente y centrado. Al principio, quizá te altere un poco si estás acostumbrado a estar siempre conectado. Pero, cuando te acostumbres, no querrás .

4. Traza límites claros entre el trabajo y la vida personal

Restaura el balance entre la vida personal y el trabajo escogiendo un instante de separación entre el horario laboral y el privado y apegándote a él. Quizá sea a una hora específica. Tal vez, cuando vuelven tus hijos de la escuela. O quizá sea por la tarde, al comienzo de una clase en el gimnasio.

¿Qué deberías hacer en ese tiempo? Pasa tiempo con tu familia, disfruta de tu pasatiempo preferido o duerme un poquito más. Regresa al trabajo renovado y revitalizado en vez de estresado y deprimido.

Tampoco descuides los límites en el trabajo. Trazar límites con tu equipo es importante para crear un entorno laboral ameno. Es fácil dejar que tus colegas te pasen por encima (sea con intención o no).

5. Incluye descansos en tu agenda

Seguro que tu calendario está repleto de reuniones y citas—de hecho, en un 62 % en promedio. La mayoría de la gente trata de meter a la fuerza el trabajo de verdad en las escasas horas que quedan de por medio. Y, cuando nos vamos del trabajo, nos metemos de lleno en una vida personal igual de saturada.

Para ayudar a contrarrestar la productividad tóxica, haz una pausa y busca oportunidades de amortiguar tu calendario. Agrega descansos de diez o quince minutos antes y después de las reuniones para darte tiempo de prepararte y relajarte. Haz como los suecos y tómate una pausa para disfrutar un café. O toma inspiración de los franceses y ve a almorzar como se debe.

Sea cual sea tu descanso preferido, hazte tiempo para él para gestionar tu energía e impedir desgastarte, así tu productividad aumentará con creces.


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